Nuestra pasión: el amor entrañable a la Iglesia, como pueblo de Dios.

Nuestra disciplina interior nace de este Corazón que se caracteriza por su humildad y sencillez, que nos lleva a ser espejos de la Misericordia del Corazón de Jesús que derrama su amor continuamente a la humanidad.

La experiencia como testigos del Reino, la vivimos intensamente a lo largo de nuestra vida. Descubrimos que el anuncio del mensaje evangélico urge y que hay que transmitir sin dilación “las incomparables riquezas que el Corazón de Jesús” encierra en su corazón y ante este deseo, merece la pena cualquier sacrificio. El Amor del Corazón de Cristo y el misterio de la salvación a los hombres, es el objeto apasionado de nuestro mensaje.

Los ejes centrales de nuestra Espiritualidad son el apasionamiento por la Bondad, la Misericordia y el Amor del Corazón de Jesús que nos lleva a salvar y entregarnos a las personas más necesitadas.

Las actitudes más significativas de nuestra Espiritualidad se pueden resumir en:

Enamoradas del mensaje de su Amor y de las almas. Pasamos nuestra vida en un ejercicio permanente de gratuidad. Una sociedad como la nuestra basada en el tener, el comprar, el poder y el prestigio genera entre otras consecuencias desesperanza, insolidaridad, evasión y situaciones de pobreza. Nosotras, conscientes de esta situación, salimos al encuentro para transformarla, pero ¿cómo llevar a cabo esta empresa? Estando atentas a los signos de los tiempos y siendo continuamente fieles a las inspiraciones que Dios nos va marcando.

La manifestación de nuestra humanidad necesita encuentros con el Señor que cimenten nuestra vida interior. Así, para descubir, vivir a Dios y comprometernos tanto con Él como con el hombre; para descubir el rostro desfigurado del Hijo en tantos rostros rotos por el dolor, necesitamos acercarnos al Misterio del Amor de Dios y experimentar su misericordia, que la conseguimos a través de la oración, de la obediencia al Señor, de la humildad y de la vida austera y mortificada.

Mostramos la oración, la humildad y la mortificación como excelentes caminos de salvación y como medios necesarios para la estabilidad personal.

Así como al futuro imprevisible, pues intentamos estar puestas al día en todos los aspectos: cultural, religioso, humano... manteniendo como base el mensaje evangélico.

El centro de nuestras vidas, además de la oración, es la humildad que vivimos con exquisita fidelidad y exigencia.

Junto al Sagrario encontramos el valor para todas nuestras decisiones. Uno de los puntales de nuestra vida es el sacramento de la Eucaristía, del que nos nutrimos, lo vivimos con profundidad y sumo respeto

Espíritu misionero y entrega incansable.

La Congregación de las Celadoras ha de ser como una brújula que oriente y sea signo para todos los que han perdido el norte del amor así como un consuelo para todos los que sufren las consecuencias de la desunidad y del desamor.